
Algunas pistas nos conducen al posible destinatario de esta maravilla, por ejemplo, la inicial "D" que figura en el folio 24r como prolegómeno del Divino Oficio de la Sagrada Cruz, que es el primer texto que aparece en el códice, inmediatamente después del calendario francés. Esta D contiene un escudo de armas en su interior el cual, al parecer, el siguiente propietario del libro trató de borrar. Sin embargo, aún se pueden percibir algunos rastros del que sería, en su origen, el escudo de armas del conde Adolfo de Clèves y La Mark. Este señor feudal habría entrado en contacto en la corte borgoñesa con las corrientes más innovadoras en lo que respecta a la redacción e iluminación de códices miniados, las cuales le sorprendieron y admiraron hasta el punto de promover la creación de obras exclusivas e innovadoras como este Codex Rotundus.
El autor material de este códice permanece en el anonimato, pero por distintas señales estilísticas y algunas referencias documentales sabemos que se trata de un artista perteneciente a la escuela flamenca que habría trabajado durante un tiempo con los maestros de Dresde, de los cuales habría extraído muchas técnicas y motivos para la realización de este caso único de manuscrito medieval: el primer libro de bolsillo de todos los tiempos. LEER MÁS
¿INVERTIR EN LIBRO ANTIGUO ES UNA BUENA IDEA?

¿ES LA BIBLIOFILIA UNA ENFERMEDAD?
Manía, obsesión, enfermedad... demasiadas veces se ha querido asociar la bibliofilia con un transtorno de la personalidad, cuando ante todo se trata (etimológicamente, al menos) de una pasión, de un afecto: de un amor. Más allá del furor coleccionista y la codicia acumuladora, el bibliófilo es, más que cualquier otra cosa, un devoto enamorado, y lo es de un objeto material, bello en su forma, cuidado en su confección y perfecto en su contenido. Icono del más alto saber, el libro se muestra ante los ojos del bibliófilo como un dechado de virtudes que lo hacen digno de culto. ¿Cómo va a ser eso insano? LEER MÁS
EL LIBRO QUE NADIE PUEDE LEER

DORÉ: EL VAGABUNDO COMO HISTORIADOR
El genio del grabado francés del siglo XIX Gustavo Doré logró, con su serie de litografías sobre Londres, conmover al público de su tiempo con unas estampas veraces, hondas y comprometidas con la realidad, lo cual no fue entendido por todos. Y es que, hasta entonces, el artista había halagado el gusto popular con sus ilustraciones de grandes obras literarias (la Divina Comedia de Dante o las obras de Shakespeare) o de escenas bíblicas, algo bastante inocuo en suma y adecuado para todos los públicos. Sin embargo, cuando Doré colocó un espejo ante quienes hasta entonces le habían acogido con entusiasmo, se elevó por encima de su tarea de mero ilustrador para convertirse en un auténtico cronista: en artista verdadero. Y eso que él, en sus propias palabras, apenas se consideraba como un simple vagabundo... LEER MÁS
ARIAS MONTANO Y LA BIBLIA REGIA
Benito Arias Montano es recordado por su Biblia regia o Políglota de Amberes (1568-1572), un libro que contiene el texto bíblico de la Biblia Políglota Complutense, con versiones en hebreo, griego, arameo y latín. La Biblia Regia consta de ocho volúmenes y el trabajo hasta su publicación definitiva se prolongó durante cinco años. Se imprimieron 1213 ejemplares y fue impresa por el maestro Cristóbal Plantino. Se la denominó Biblia Regia porque su patrocinador fue el rey Felipe II. La Políglota de Amberes es la primera edición de la Biblia en la que se introdujo la numeración de los versícúlos del texto hebreo. LEER MÁS