José Luis Trullo.- El mundo cambia sin cesar y, si queremos comprenderlo para que no nos devore, debemos cambiar con él o, cuanto menos, adaptar nuestras herramientas interpretativas a los nuevos contextos. Esto, que me parece de perogrullo, resulta especialmente pertinente para un tema como el de la supervivencia de la cultura libresca en un siglo como el XXI, en el cual las tecnologías informáticas parecen amenazar con devorarlo todo.
Si un objeto se ha visto especialmente puesto en entredicho con la implantación de internet como canal de comunicación universal ha sido el libro. En cuanto formato, el códice (un conjunto de páginas encuadernadas entre cubiertas) ha gozado durante siglos de especial predilección por parte de los lectores, dado su comodidad y portabilidad. Con la invención de la imprenta de caracteres móviles, estas virtudes se vieron potenciadas hasta el extremo, lo cual provocó una de las revoluciones silenciosas más decisivas de la historia: gracias a los libros impresos, prácticamente cualquier persona podía acceder prácticamente a cualquier conocimiento a un coste astronómicamente bajo. Sin el libro impreso, es más que probable que nuestra idea de cultura ni siquiera sería la misma.
Bien, no pocos augures (uno de los oficios más antiguos de la humanidad, y de los que menos requisitos exigen para ejercerse) profetizaron el fin de la "galaxia Gutenberg" ante el empuje de la red de redes y su procaz retoño, el e-book. Un par de décadas han bastado para desmentir los peores vaticinios. Si bien el libro electrónico ha llegado seguramente para quedarse, parece claro que coexistirá con los soportes impresos tradicionales, a los cuales no ha logrado desplazar. De hecho, se diría que el libro de toda la vida, en papel, ha encontrado en internet un inesperado aliado. Voy a tratar de demostrarlo, aportando para ello un cuadro que me parece muy elocuente: el del volumen de libros impresos en España durante los últimos años.
Como se puede constar en el gráfico, aunque en los últimos cinco años se ha producido un leve retroceso respecto a las cotas alcanzadas en el período comprendido entre 2008 y 2012 (curiosamente, los de la crisis económica), lo cierto es que en 2017 se han publicado más libros que a principios del siglo XXI, momento en el cual la edición electrónica aún no había alcanzado los niveles que conoce hoy en día. ¿No es una paradoja?
A ello, habría que añadirle las cifras de ventas de libros, no sólo nuevos, sino también usados. Este último es un subsector tradicionalmente descuidado por los analistas económicos -como, en general, todo aquello que no ataña de manera estricta a la producción de bienes nuevos-, pero que para un balance cultural amplio no debería obviarse. Bien, pues hay que constatar que en dicho subsector las plataformas de distribución y comercialización de títulos impresos no ha parado de crecer; incluso se ha registrado la emergencia de un fenómeno inédito, el de la impresión bajo demanda de libros descatalogados, que ha puesto de nuevo en circulación títulos que habían sido expulsados del mercado bibliográfico clásico. Es decir, que lejos de recular, desde que ha irrumpido la red de redes en nuestro sociedad, la cultura impresa no ha dejado de crecer. Si a ello añadimos las plataformas de autoedición como Amazon, que han permitido a miles de ciudadanos anónimos publicarse sus propias obras, es probable que nos hallemos ante una de las épocas más librescas de la historia, muy por encima de la que alumbró a la mítica Biblioteca de Alejandría.
Hoy en día, se publican más libros en papel que nunca, aunque es probable que, proporcionalmente, se lean muchos menos que hace décadas; de hecho, hay que, no sin ironía, barrunta que en el mundo desarrollado ya hay más escritores que lectores... En cualquier caso, la irrupción de internet no sólo no ha restado fuerza a la galaxia Gutenberg, sino que ha contribuido a afianzarla y potenciarla. Otro día hablaremos de si lo que ha decaído ha sido, en general, el valor de la palabra y su capacidad para preservar los valores más nobles de una sociedad como la nuestra, tan encanallada. Pero ese ya es otro tema...
¿QUIÉN CREE AL ESCÉPTICO?
Según un diagnóstico muy repetido, aunque no por ello incierto, la Modernidad es una modalidad cultural caracterizada por el recelo: todo para ella es sospechoso de servir a un fin espurio, susceptible de ser desenmascarado y sacadas a la luz sus falacias constitutivas. En este orden de cosas, la Ilustración sería la responsable de "arrojar luz" sobre las tinieblas que se habrían cernido sobre la humanidad a lo largo de su historia, asumiendo la tarea de rectificar las erradas sendas por las que habría transitado y colocándola en el buen camino: el señalado por ella, obvia decir. La ciencia (y su brazo práctico: la técnica) sería el instrumento adecuado para guiar a la especie hacia su pleno desarrollo, liberada por fin del yugo del mito y la religión. LEER MÁS
EL TIRANO ANTE EL ESPEJO
Según el autor de este artículo, "los tiranos de todos los tiempos (y no me refiero sólo a los personajes infaustos, sino también a las masas enardecidas) sólo tienen una idea en mente: que el mundo entero les devuelva, impoluto, su reflejo. Por ello, antes que cualquier otra cosa, en cuanto acceden al poder se esmeran en abatir las estatuas de los déspotas que les precedieron: ellos deben ser los únicos ídolos dignos de adoración. Además, reescriben la historia para que les brinde la imagen que tienen de sí mismos: como mesías salvadores que restauran el orden perdido, y devuelven las aguas de la caótica realidad al cauce de la horma correcta. Rotulan las calles, borran los rastros (y los rostros) de las fotografías oficiales, enmiendan la plana a los cronistas y, si es preciso, ¡a los científicos!". LEER MÁS
PSICOPATOLOGÍA Y PODER ABSOLUTO
Miguel Catalán reflexiona sobre la relación inversa entre sensibilidad moral y dominio político que explica el vínculo entre psicopatía y poder absoluto. "Sólo la eficacia política de la falta de miramientos esclarece el hecho de que a lo largo de la historia hayan regido las naciones más poderosas mentes de perfil psicopático ayunas de empatía por el sufrimiento de sus semejantes e indiferentes a la suerte no ya de los pueblos vecinos, sino del suyo propio. Ello se debe a que para alcanzar la máxima potestad en un gran territorio suele ser rentable la concertación de la mayor falta de escrúpulos con la astucia más sutil". LEER MÁS
EL LIBRO COMO ALTAR PORTÁTIL
Que la nuestra sea una época que le ha dado la espalda a los libros (a despecho de que, gracias a la impresión digital bajo demanda, hoy se publican más títulos que nunca: en España, más de ¡80.000! cada año) acrecienta nuestro estupor ante lo que significaron, en términos no sólo de conocimiento, sino ante todo vivenciales, para las personas de otros tiempos. Pasma saber que, para ellas, poseer un libro, aunque se tratase de un humilde devocionario en el que se recogieran las oraciones que se debían entonar todos los días, lejos de significar una práctica mundana, incluso banal, se revestía de una auténtica dimensión mística, trascendente. Es por ello que, en cierta ocasión, he llegado a hablar del libro como altar portátil. LEER MÁS
ROBERTO JUARROZ:Que la nuestra sea una época que le ha dado la espalda a los libros (a despecho de que, gracias a la impresión digital bajo demanda, hoy se publican más títulos que nunca: en España, más de ¡80.000! cada año) acrecienta nuestro estupor ante lo que significaron, en términos no sólo de conocimiento, sino ante todo vivenciales, para las personas de otros tiempos. Pasma saber que, para ellas, poseer un libro, aunque se tratase de un humilde devocionario en el que se recogieran las oraciones que se debían entonar todos los días, lejos de significar una práctica mundana, incluso banal, se revestía de una auténtica dimensión mística, trascendente. Es por ello que, en cierta ocasión, he llegado a hablar del libro como altar portátil. LEER MÁS
LA CREACIÓN DE UNA NUEVA PALABRA
El poeta argentino Roberto Juarroz (Coronel Dorrego,1925, Temperley, Buenos Aires,1995) constituye un ejemplo perfecto de escritor autoconsciente de sí mismo y de la tarea acometida en su obra, hasta el punto de que, excepto algunos, no muchos, poemas, el grueso de su producción se agrupa bajo el título “Poesía Vertical”, formada por trece volúmenes publicados en vida, más otro último, póstumo, y algunos poemas posteriores sueltos. Así, esa única obra, desplegada en sucesivas entregas, como ramas salidas de un único tronco y de una sola tierra nutricia, puede entenderse como una sucesiva profundización de unos pocos temas que la recorren y vertebran por entero, o quizá mejor dicho, de uno solo, con varios rostros: el sentido de la creación poética; la función del poeta y su palabra; la posibilidad de una experiencia poética omnicomprensiva de la Realidad. LEER MÁS
LA POESÍA CUÁNTICA DE BASARAB NICOLESCU
En este denso y atento análisis de los Teoremas poéticos del físico rumano, se define al ser humano como un buscador del sentido profundo por debajo de la apariencia contradictoria de la presencia-ausencia de las cosas. Y es que no es sino en la experiencia interior donde el sentido nace. De esta forma, los poetas, “que usan las palabras como objeto de investigación de lo que está más allá de las palabras”, serían los “físicos del sentido”, aquellos que se mueven en el ámbito omniabarcante de la lógica ternaria del tercero incluido. LEER MÁS
ADIÓS A LAS LIBRERÍAS
Decenas, cientos de autores de referencia, cuya solvencia está fuera de toda duda, no encuentran acomodo en las librerías del siglo XXI. Sin embargo, miles de alfeñiques literarios acaparan toda la atención de unos lectores que, eso sí, se verán a sí mismos como detentores de una alta capacidad crítica, pues... ¡están al día! La actualidad lo devora todo en el altar del instante; no hay tiempo para emplear lo que se lee en madurar un pensamiento propio, en entablar una relación dialéctica con lo leído: hay que leer mucho y rápido, opinar a bote pronto y pasar a toda velocidad al próximo título, ¡la farsa debe continuar! LEER MÁS
KAFKA: LA CONDENA DE SER ACUSADO
En un sentido profundo, el dedo que acusó forma parte de la mano que castiga. O, dicho a la inversa, el índice que aprieta el gatillo es el mismo que antes señaló la pieza. El vínculo entre la hostilidad de la acusación, la vergüenza que siente el señalado, el sentimiento íntimo de culpa y el castigo exterior ha sido expuesto por Franz Kafka a la cruda luz de su escritorio. El nexo que advirtió Kafka entre la acusación y la condena se reduce al más simple de los enunciados posibles: la condena consiste en la acusación. Esa equiparación entre acusación pública y condena revela el significado social de la acción de acusar en voz alta o por escrito que cualquier grupo emprende contra uno de sus miembros. LEER MÁS