José Luis Trullo.- Leon Tolstoi, en sus diarios, especulaba con la perspectiva de no publicar nada en vida, asumiendo que el texto valioso es aquel que se propone, activamente, no ser leído. Y es que, si uno escribe, es porque ha renunciado ‒ni que sea mientras escribe‒ a hablar, no sólo porque no encuentra interlocutor, sino porque inconscientemente lo aleja. Sí, aunque no lo sepamos, escribimos, no para acercar(nos) a los demás, sino para mantener las distancias, para poner silencio de por medio, para hacer el vacío en torno a nuestras palabras, las cuales, por el mero hecho de ser plasmadas, acceden a una existencia soberana, plena, más allá de que sean o no atendidas por un destinatario más o menos concreto.
Escribir es dar solidez a un fantasma que pugna por cobrar cuerpo, de manera que una vez materializado, exista de un modo absoluto, total incluso. Escribir es hacer que las palabras, fluyentes por esencia, se queden: scripta manent... pero no para que otro (un otro cualquiera: cualquiera otro) las reciba y las devuelva a la vida, sino para que devengan monumento del tiempo, verbo entero en un aquí y ahora perpetuo. Por eso lo escrito hace dos mil años puede parecernos tan actual: y es que lo es, nunca ha dejado de serlo, pues no buscaba a un interlocutor concreto, sino abstracto, inexistente.
Lo que dos personas se dicen de viva voz, "se" lo dicen: la necesidad de comunicarse se superpone a lo que se está comunicando. (Por eso nos cuesta tan poco ponernos de acuerdo en un cara-a-cara con nadie: nuestra condición humana, que es gregaria, se acaba imponiendo a cualquier otra consideración. Por eso, también, nos es tan fácil hablar mal de otro por la espalda). Pero en la escritura no hay tanto comunicación cuanto expresión: queremos, deseamos, necesitamos decir, y no nos importa a quién... tal vez al viento, ¿por qué no? Incluso podríamos afirmar, sin faltar demasiado a la verdad, que si se escribe es para hablar... con nadie, con ese otro "yo" que nuestras propias palabras escritas reclaman pero que, a no dudar, no existe. Tal vez todo escrito genuino ‒y no que se conforme con transcribir un pensamiento que pudiese transmitirse a pleno pulmón‒ , en su búsqueda de un interlocutor abstracto, impersonal, transmundano o puede que inhumano, no sea sino una modalidad de oración, y el hecho de que no obtenga respuesta concreta, parte consustancial del hecho de escribir.
Frente a la pulsión en cierto modo "sagrada" de la escritura (cultual), la lectura asume una función socializante (cultural) que redimensiona la virtud espiritual implícita en el acto de escribir para encajonarla en un círculo empobrecido de comprensiones planas, meramente comunicativas, instrumentales al fin y al cabo. Escribir un texto lo eleva; leerlo lo devuelve de nuevo a tierra, en el peor sentido de la palabra: como un fardo que cae o una teja que se desprende de un alero. Escribir abre un espacio indómito que la lectura clausura. Y es que la lectura es una facultad reductora por naturaleza: ningún lector puede entender lo que no entiende (círculo hermenéutico), y si existen lecturas fértiles es sólo en la medida que, a su vez, escriben un texto nuevo, que nada tiene que ver con el que el lector cree haber comprendido sino con otro radicalmente distinto, original a su vez.
En este orden de cosas, el texto más pleno sería aquel que no sólo no busca a un lector, sino que lo repele. Los textos ilegibles, inextricables (pero no por haber invertido en su gestación el autor un caudal de tácticas de ocultación, sino por ser esencialmente bárbaros, externos a la civilización, a la cultura) son las últimas oraciones que los paganos nos podemos permitir, aunque en el orden del ser sean las únicas que necesitamos. Autores de textos así no sabemos cuántos habrá habido, pues por vocación no escribián para que supiésemos de ellos. De los pocos que han trascendido, tal vez Paul Celan sea el máximo emblema del poeta como interlocutor directo de Dios.
No debería escandalizarnos la perspectiva de una escritura que no sólo no busca la lectura, sino que huye de ella. La "función poética" de la que hablaba Roman Jakonson, ¿en qué convierte al lenguaje, sino en un instrumento que se vuelve contra sí mismo y, en lugar de volver al hablante hacia la comunidad de sus semejantes, lo arroja a la vasta extensión de lo infinito? Escribir sería, pues, poetizar(se) más allá de la polis, hablar mirando al cielo sin pedir nada a cambio, expresarse sin por qué ni para qué, llamar a quien no va a contestar, inmolar el verbo en el ara sacrificial del silencio eterno.
Leon Tolstoi, en sus diarios, especulaba con la perspectiva de no publicar nada en vida, y asumía que el texto verdaderamente valioso es aquel que se propone, activamente, no ser leído. Tal vez ahora podamos entender un poco mejor la razón de, en apariencia, tan monstruoso deseo.
KAFKA: LA CONDENA DE SER ACUSADO
En un sentido profundo, el dedo que acusó forma parte de la mano que castiga. O, dicho a la inversa, el índice que aprieta el gatillo es el mismo que antes señaló la pieza. El vínculo entre la hostilidad de la acusación, la vergüenza que siente el señalado, el sentimiento íntimo de culpa y el castigo exterior ha sido expuesto por Franz Kafka a la cruda luz de su escritorio. El nexo que advirtió Kafka entre la acusación y la condena se reduce al más simple de los enunciados posibles: la condena consiste en la acusación. Esa equiparación entre acusación pública y condena revela el significado social de la acción de acusar en voz alta o por escrito que cualquier grupo emprende contra uno de sus miembros.
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LA AMARGA LUCIDEZ DE SÁNCHEZ FERLOSIO
Es la de Ferlosio la viva estampa de la renuncia. Ya hace mucho que se ha rendido. "Lo malo de los viejos es que ya no cambiamos de opinión", admite, aunque no se acaba de entender qué tiene de sabio empecinarse en el error. Y es que Ferlosio encarna a la perfección cierta forma de ejercer la hispanidad, que él mismo retrata con certeras palabas: "La desazón española no ha conocido nunca la esperanza, en su lugar pone una aceptación eternamente rencorosa". Rencoroso es el pecio ferlosiano, lúgubre, airado, sin ironía, crispado hasta lo cómico. LEER MÁS
EL ÁRBOL EN LA POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX
Libros al Albur acaba de publicar la antología El árbol en la poesía española del siglo XX, un ebook gratuito que incluye decenas de poemas sobre esta bella temática. León Molina, el poeta y aforista cubano residente en España, ha escrito un emotivo prólogo como invitación a su lectura y disfrute, que reproducimos con la autorización del autor. LEER MÁS
EL HOMBRE QUE SE INVENTÓ A SÍ MISMO
Que Bukowski perseguía una idealización catártica de una existencia gris y hasta patética queda avalado en que se convirtió a sí mismo en personaje literario: en (anti)héroe de... ficción. Henry Chinaski, alter ego del autor, protagoniza algunas de sus obras más reputadas, en cuyo odre vierte con desparpajo todos los atributos que él mismo no se atrevía a encarnar en la vida de todos los días. Se presentaba como adalid de los desarrapados, las prostitutas y los mendigos, pero él era millonario. En su libro sobre el autor de Factótum, Juan Corredor concluye con palabras que no dejan lugar a dudas: "Su afición a la marginalidad es impostada y está respaldada por una cuenta de ahorros". LEER MÁS
LA POESÍA COMO CELEBRACIÓN
El poeta Antonio Reinoso Lamela se pregunta: "¿Tiene que cantar siempre el poeta a una pérdida, a lo que le falta para estar completo, a lo que está a punto de llegar pero nunca se nos da totalmente? ¿Tiene que ser la gran poesía una elegía, un lamento, o por lo menos un canto a la ausencia, a lo que se nos escapa? Hay ejemplos de lo contrario. El mejor Jorge Guillén, el de Cántico, que hace de la poesía un canto a la vida perfecta, a la absoluta belleza de todo". LEER MÁS
LA ÚLTIMA METAMORFOSIS
DE OSCAR WILDE
La carta que Oscar Wilde le escribe a Alfred Douglas desde la cárcel de Reading es más un breviario de espiritualidad más que una confesión, un sudario o una premonición biográfica. Aquí nos importa ahora su naturaleza de refutación de un equívoco, de patada a la superfluidad de cierto decadentismo de escaparate, más que su incidencia como punto de inflexión de un mito literario (y, como tal, condenado a la pequeñez de los manuales y de los fieles). El De profundis es un hito por lo que tiene de desafío de la tradición balsámica del arte: es, ante todo, un evangelio profano. LEER MÁS
JUAN RULFO : EL SILENCIO COMO OBRA DE ARTE
Tras publicar dos libros decisivos para la historia de la literatura hispanoamericana, Juan Rulfo amasó durante años su silencio. Lo trabajó como hacen los escultores con el mármol, la piedra o la madera. Lo trasladó a sus fotografías. Y así siguió trabajando su silencio hasta que llegó a ese punto en el cual el silencio se volvió algo impreciso como una luz que todo lo oscurece, pero ya Rulfo estaba en esa orilla donde nada importaba y donde el silencio fue a larga una obra de arte sólida en su fugacidad, una obra de arte que le robó tiempo a su escritura y a su vida. LEER MÁS
CONRAD Y EL SENTIDO DE LA AVENTURA
En una época como la nuestra, hombres del siglo XXI, que hemos despreciado (salvo contados casos) la dimensión existencial de la aventura, que se reduce en nuestros días a una parodia grosera en los llamados deportes de riesgo y los programas de las agencias de viajes organizados, volver a leer los relatos marineros (de entre los que destacan con fuerza La línea de sombra, Tifón o El corazón de las tinieblas) del escritor polaco, nacionalizado británico, Joseph Conrad significa recuperar una tesitura espiritual para la que, tal vez, ya hemos perdido toda esperanza. LEER MÁS
¿QUÉ SENTIDO TIENE LA LITERATURA?
Tal vez, la literatura es el único espacio donde las contradicciones no se crean ni se destruyen, sino que conviven y se transforman ante nuestros asustados ojos. La literatura es el deseo de nunca acabar. Pero, para llegar a este espacio indómito y fundacional, no basta con la pluma, la máquina de escribir o el ordenador personal; tampoco nos asegura el acceso a él una imaginación desgarrada, una habilidad técnica o un cierto compromiso con la tradición consolidada. No: para abarcar la raíz de la palabra y beber de las aguas de la inspiración original hay que dar un paso más allá. Pero... ¿hacia dónde? LEER MÁS
RILKE: PENSAR LO HONDO
Las Cartas a un joven poeta pueden ser consideradas un auténtico tratado de formación que, lejos de toda artificiosidad, acomete, en las diez misivas enviadas a F. Xaver Kappus, la tarea de tomarse en serio la vida, de hincar la existencia en lo profundo que constituye y nutre al ser humano. Cuando hoy las aristas del existir son permanentemente limadas, ocultadas y depreciadas, la lectura de este epistolario provoca ese vértigo del que habla la octava carta a propósito de algo que, en la actualidad, tampoco y tan poco queremos oír: “Estamos solos”. Gracias a ello descubriremos lo que el poeta llama “vida propia”, “nuestro destino”, que sólo puede develarse tras acceder a lo hondo pensado en su radicalidad… LEER MÁS
EL KIERKEGAARD MÁS BREVE
Contrario a los sistemas filosóficos establecidos en su época, principalmente el de Hegel, Kierkegaard pensaba que la razón que pretendían imponer perjudicaba a la creatividad y singularidad de la persona, por lo que optó por pronunciarse en sentido opuesto, enfrentándose a la dificultad y manteniendo vivo el espíritu a través de la ironía. Conocido como el «Sócrates del Norte», se servía de ésta, al igual que el filósofo de la antigua Grecia, como un arma contra el todo normativismo. Se acaba de publicar una nueva traducción de Diapsálmata donde podemos disfrutar del Kierkegaard más breve en unas páginas llenas de encanto y humor. LEER MÁS
LOS TRANQUILOS DIARIOS DE HANDKE
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ENTREVISTA A CLAUDIO MAGRIS
El reconocido autor de obras como El Danubio reflexiona en esta entrevista sobre los fundamentos de la cultura europea, cuyo núcleo fuerte es la apuesta por el individuo frente a la totalidad indistinta. El escritor apuesta por abrir esta tradición al diálogo con otras culturas, pero sin olvidar este rasgo distintivo, el cual la ha hecho atractiva a los ojos del mundo entero y la ha convertido en destino de peregrinación masiva. En cuanto a la reivindicación de otras voces sepultadas por el canon generalmente admitido, afirma que "hay que potenciar el descubrimiento de las minorías culturales, sin caer en el culto de lo excéntrico que rechaza la cultura heredada por el simple hecho de haberse visto sostenida por el consenso". LEER MÁS
FIODOR DOSTOIEVSKI Y LA VOCACIÓN DE DESVÍO
En Memorias del subsuelo, el autor ruso cede la voz narrativa a una sombra pálida, fosforescente, que relata la teoría y la práctica de la infamia. Confinada en el gulag de su lucidez, infectada por el exceso de inteligencia ("ser demasiado consciente es una enfermedad"), la voz desgrana uno a uno todos los argumentos que refutan desde la raíz la Escatología del Bien que, antes y ahora, chantajea a los hombres desde el nacimiento: triunfa y serás feliz, vence y serás hombre. Pero, como el propio autor se pregunta, de una forma retórica: "¿No habrá en el mundo algo que sea, en efecto, más preciado para cada hombre que sus mejores beneficios?" LEER MÁS
TÉCNICAS DEL AURA
La depauperación de la obra de arte, disuelto su contenido de verdad y exiliada su función a fetiche inesencial de consumo masivo, configura la situación histórica que describe Benjamin en un texto publicado en 1936, en pleno auge de los fascismos. En nuestros días, cuando ha concluido el programa de ocupación total de lo real por parte de la ciencia, las reflexiones de Walter Benjamin se antojan de gran actualidad. LEER MÁS
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El filósofo Gonçal Mayos, profesor de la Universidad de Barcelona, afirma en este texto (que forma parte de su libro Macrofilosofía de la Modernidad) que en estos sombríos tiempos posmodernos, la necesidad de superar el nihilismo es hoy, sin duda, mayor que nunca antes. La Postmodernidad no será realmente post-Modernidad si no traspasa finalmente el nihilismo e inicia un nuevo comienzo antinihilista. Como ya escribía Nietzsche, "una filosofía experimental anticipa a modo de ensayo las posibilidades del nihilismo radical, sin que con ello se quiera decir que se limite a un no, a una negación, a una voluntad de negar". LEER MÁS
EL PARÍS ABSOLUTO DE CHARLES BAUDELAIRE
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THOMAS WOLFE: RETRATO DEL ESCRITOR FLUVIAL
El escritor fluvial es, a diferencia del escritor insular, un titán que se empeña en golpear los tobillos de Zeus a pesar de yacer en el suelo con los brazos destrozados. Poseído por una furia escritora que se asemeja, en ciertos momentos, a la pura escritura automática, Thomas Wolfe constata que su problema no es otro que la "falta de proporción" de su propio cometido. En efecto, al escritor le ha sido franqueado el paso a un reino indómito donde las palabras se le mostraban desnudas y todas a un tiempo; pero, de nuevo en la tierra, en el tiempo de los hombres, vuelve a ser un simple mortal, el traductor de vuelo corto de un texto ilegible que permanece en la memoria, pudriéndose al contacto del mundo, de las editoriales y los premios literarios. LEER MÁS
EL FUTURO DE LOS LIBROS
El libro en papel es un objeto que tú adquieres y atesoras, que comparte contigo la cama, los días buenos y te hace menos infeliz en los malos. Es un amigo siempre a mano, lleno de notas que te recuerdan lo que pensabas hace veinte años. En cambio, es algo que habría que ir olvidando, como olvidamos los coches tirados por caballos y como también tendremos que ir olvidando el concepto de soberanía. Si por mí fuera, trataría de impedirlo; pero sería inútil. El hombre es presa de las llamadas nuevas tecnologías, que barren con todo lo concebido a escala humana. Es el mundo que viene, que ojalá no sea el de Terminator. LEER MÁS
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ENTREVISTA A NATALIA LITVINOVA
"La poesía no me pregunta cuándo ni cómo. Muchas veces es inoportuna y brota con una forma que no sé controlar y tampoco quisiera controlarla. Luego viene el trabajo exhaustivo de corrección, de pulido y tallado, como los artesanos con sus artesanías". Dueña de una voz madura y propia; creadora de atmósfera magnéticas y seductiva; bella, joven, culta, leída y vivida... Natalia Litvinova llega a España. Tras demostrar, en sus poemas y traducciones de poetas rusos, que posee lo que hay que poseer para hablar como hay que hablar, y dejarlo por escrito, publica Esteparia, el primero de sus libros que el lector español podrá adquirir. LEER MÁS
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ENTREVISTA A REYNALDO LUGO
Reynaldo Lugo, escritor cubano afincado en España, tiene su biografía ornada de peripecias: veterano de la guerra de Angola, en la que participó como oficial del ejército de su país; realizador de programas televisivos; director de revistas de temáticas diversas; periodista, bloguero, pero, sobre todo, novelista, autor de varios títulos y, sobre todo, de Palmeras de sangre, con la que obtuvo un notable éxito en España. Ha recibido recientemente un premio en la Semana Negra de Gijón y trabaja sin cesar en sus nuevos proyectos, con los que, de nuevo, espera sorprender al lector con su prosa ágil y sus tramas sólidas y bien trabadas. LEER MÁS
¿QUÉ FUE DEL PENSAMIENTO DÉBIL?
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Todo el mundo cree saber lo que quiere decir cuando acusa a alguien de débil: significa tanto como descartarlo de la circulación por pusilánime, abúlico, falto de carácter y, en definitiva, incapaz de regirse por sí mismo. Por ello, la publicación de un libro de filosofía que se llamaba a sí mismo así, débil (Il pensiero debole, Feltrinelli, 1983, traducción española en Cátedra, 1988) no dejó de causar cierto revuelo entre los círculos más inquietos del pensamiento europeo. Aún más, si cabe, al comprobar que entre los colaboradores del volumen se encontraban autores tan poco sospechosos de incapacidad como el semiólogo y novelista Umberto Eco, el historiador del pensamiento y la estética Gianni Vattimo y el especialista en lenguajes articiales y filosofía del lenguaje Diego Marconi. Pero todo tenía su explicación. LEER MÁS
LA CONDICIÓN JÁNICA DE LA MODERNIDAD
La Modernidad no se agota en el cumplimiento del programa ilustrado de conquista del mundo por la razón, aunque bien es cierto que ésta es su inquietud más visible. Por el contrario, aquello que le es de algún modo consustancial consiste precisamente en la imposibilidad efectiva de su consumación (y la noción de progreso es la coartada que pospone la clausura del proceso al infinito). Imaginemos entonces que la esencia de la Modernidad consista, no en la iluminación de las causas de lo real, sino en su escisión autoproducida: que la constitución de sus objetos indujera igualmente la nulidad de sus propósitos conquistadores en forma de antagonismo indisoluble. En tal caso, la Modernidad deviene la apertura del pensamiento a la oscilación de los conceptos (todo-nada, universal-particular, racional-irracional), de manera que todo incremento de la determinación lo es también de la atracción por lo indeterminado, la constatación de un fondo impreciso que se sustrae al cálculo. LEER MÁS
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Todo el mundo cree saber lo que quiere decir cuando acusa a alguien de débil: significa tanto como descartarlo de la circulación por pusilánime, abúlico, falto de carácter y, en definitiva, incapaz de regirse por sí mismo. Por ello, la publicación de un libro de filosofía que se llamaba a sí mismo así, débil (Il pensiero debole, Feltrinelli, 1983, traducción española en Cátedra, 1988) no dejó de causar cierto revuelo entre los círculos más inquietos del pensamiento europeo. Aún más, si cabe, al comprobar que entre los colaboradores del volumen se encontraban autores tan poco sospechosos de incapacidad como el semiólogo y novelista Umberto Eco, el historiador del pensamiento y la estética Gianni Vattimo y el especialista en lenguajes articiales y filosofía del lenguaje Diego Marconi. Pero todo tenía su explicación. LEER MÁS
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